24 de octubre de 2007

No pensaba volver la vista atrás


Conscientemente o no, dejarse las llaves era un mensaje claro: no pensaba volver la vista atrás.
Al mismo tiempo, en la misma ciudad, un hombre anónimo recibía una carta sin remitente con un mensaje homicida en el interior. Habría preferido que fuera una bomba antes que una carta. A sus 50 años, creía que lo había visto todo en la vida, pero aquella rosa podrida dentro del sobre y las líneas escritas con manos rabiosas le pusieron mal cuerpo.


Querido monstruo,

Hace años que no hablamos y pienso que ha sido la mejor opción para ambos. Por eso no he contestado hasta ahora a tus mensajes cifrados que me vas dejando por los sitios que solíamos frecuentar. Por cierto, sería mejor que dejes de hacerlo. Siento lo que le pasó a tu mujer, y puedo asegurarte que no tuve nada que ver, ni le conté lo nuestro, ¿para qué? Con que sufra una ya es suficiente…

Arrugó la carta con rabia antes de seguir leyendo. Sabía perfectamente quién le había escrito. La misma mujer con la que había intentado comunicarse durante meses, señalando palabras en determinadas páginas de libros de las principales cafeterías-bibliotecas de la ciudad. Así se dejaban mensajes antes, cuando su historia clandestina parecía sacada de uno de aquellos libros y se daban pistas cifradas que nadie más entendía: “Café El Ladrón Doblemente Armado-Tercer Estante-Libro 24 derecha-Páginas 305-108-43”. Y entonces ella acudía a esa librería, buscaba entre las estanterías, el libro número 24 empezando por la derecha, en determinada página y encontraba frases subrayadas:

“Todavía tengo-el sabor de tu piel-prendido en-los labios. // Te espero-esta noche oscura-en el parque de los gatos”.