21 de octubre de 2007

..."Creo que no me los merezco”

Aquella idea era peor que un cáncer. Sabía que acabaría matándola si no conseguía rehacer su vida. La mujer cerró el diario y cerró los ojos, como si así pudiera borrar las imágenes que se repetían en su memoria: el rostro del hombre susurrándole “no tengas miedo”, la habitación sin luz, el suelo frío donde la había desnudado arrancándole la ropa… “suéltame”, el grito y la mano que tapó su boca violentamente…
“Calla, ¿es que no confías en mí?”


Nunca hablaba de lo que pasó aquella tarde. De hecho, nunca hablaba de él, como si realmente estuviera muerto y no hubiera seguido en su vida durante algún tiempo. “Quizás todas las relaciones sean de esta forma”, pensaba cuando trataba de convencerse de que sentía algo por ella.

Por eso no le denunció y permitió que se repitiera la escena… siempre en el suelo, siempre a escondidas, hasta que se acostumbró a su violencia. Con el tiempo, albergó la absurda idea de que ella misma se lo había buscado, que era la única culpable de lo que pasaba, por enamorarse del hombre equivocado. No sería ni la primera ni la última vez.

Abrió los ojos de nuevo. Ya había anochecido y no podía perder el tiempo, tenía algo importante que hacer. Cerró la maleta que había preparado durante semanas, cogió su violín, comprobó que estaba en un lugar visible su testamento vital y salió de casa olvidando las llaves… O quizás no era un olvido…

2 comentarios:

Caballero Andante dijo...

Para la hermosa Rana Sin Beso, que tiene más besos de los que cree tener.

Luchita¨ dijo...

Está bien cerrar el diario y ahogar las palabras en el silencio.
Está mejor aún cerrar la puerta de un portazo en un medio hostil, que desprecia y maltrata.
Pero si pudiese hablar a esa mujer que huye, me encantanría desencantarla diciéndole 'no trates de conseguir que todo ello te lleve al olvido. Las heridad a veces no cierrran jamas. A veces cierran solas. Con o sin portazos de cierres y puertas con llaves dentro de la casa'
Me encantaría... no por despecho y maldad, sino a modo de advertencia. La pérdida de incencia siempre duele, pero sempre fai ben